Sábado muy agradable, con grandes éxitos personales. Hemos nadado dos veces hasta la boya de la Playa artificial. He superado algo importante, el miedo a nadar en el mar. Cierto es que siempre llevaba a mi derecha al amor de mi vida.
Un agradable baño de sol, lo justo y necesario para no quemarnos y un pequeño paseo por el Juan Aparicio hasta que llegó la hora de comer.

Hemos comido de tapas en el LIzarran. Tenía mucha ilusión, porque hubo un año en el que tapeamos unos platos deliciosos. Este año estaba un poco menos bueno, pero de todas formas, delicioso. Es probable que los recuerdos agranden los sentidos.
Tarde de siesta , de acicalarnos para compartir la velada con nuestros amigos.
A las 22:45h nos reunimos con Humi y Miguel, fue un rato muy entretenido, es maravilloso cuando puedes hablar libremente, con personas a las que quieres.
Estuvimos comentando el libro que acabamos de leer de
José Mateos, "
Cantos de vida y vuelta". No somos críticos literarios, nos pareció muy bueno, pero lleno de una depresión galopante. Muerte, presagios de un mundo sin futuro, hombres que son incapaces de llegar porque aunque vuelven no son capaces de alegrarse de estar vivos. Entendemos que es un libro para leer en las frías tardes de otoño, arropados por las faldas de la mesa camilla, con un té bien caliente y una suave música, pero es totalmente inapropiado para leer en la playa. O te angustia o buscas razones para llevarle la contraria.
De todas formas os lo recomendamos para esos días en los que tienes el ánimo muy alto y necesitas bajar los decibelios.