Todos los viernes se pone un rastrillo en la zona en que nos encontramos. La hora a la que suena el despertador es de 6 a 6,30 con el sonido de los vendedores que comienzan a montar sus quioscos ambulantes de pueblo en pueblo. Frutas y verduras, ropa, marroquineria, zapatos, bisutería, y otros, son los artículos que colocan en sus estantes estos trabajadores por cuenta propia para llevar unos eurillos a sus casas.
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| Melones esperando en sus cajas a ser colocados. |
Cojo mi cámara fotográfica y me dispongo a realizar una fotografías, paseando por las calles pendientes de ser construidas como un gran escaparates, mientras el sol va haciendo su aparición en el horizonte.
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| Los quioscos ambulantes se construyen uno a uno por cada comerciante. |
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| Amanece con casi todos los puestos. |
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| La multitud de furgonetas cargadas de productos para su venta, hace que sea un caos ordenado. |
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| Una amalgama de toldos entrelazados para protegerse del sol. |
Ahora toca hacer compra de frutas y verduras de la zona para toda la semana y disfrutar del bullicio de este rastrillo lleno de toda clase de productos.
Has dado una visión muy personal del Mercadillo, a mi me parece un guirigay de personas chillando sin respetar a los que estamos durmiendo.
ResponderEliminarTe felicito has hecho un reportage muy bueno.